Columna Olor A Dinero
Feliciano J. Espriella
Conducir en Hermosillo se ha convertido en paseo mortal
Martes 11 de febrero de 2025
El pasado 30 de enero, Manuel Alfonso N., un conductor que transitaba a 126.5 Km/h por hora, bajo los efectos de sustancias prohibidas como cocaína y metanfetaminas por el bulevar Encinas, impactó y dio muerte a una señora que cruzaba la calle. Este trágico suceso no es un hecho aislado, sino la punta del iceberg en una ciudad donde conducir se ha convertido en una ruleta rusa, y cada viaje es una apuesta peligrosa entre la irresponsabilidad al volante y la negligencia de quienes deberían protegernos.
¿Quién dijo que la adrenalina solo se encontraba en las películas de acción? En Hermosillo, Sonora, cada vez que te subes al carro te lanzas a una ruleta rusa en la vía, donde la muerte y la desfachatez conviven en cada calle.
Según lo publica el periódico “Expreso”, el pasado fin de semana fue extremadamente accidentado, al contabilizarse al menos diez accidentes entre la mañana del viernes y la tarde del domingo. En algunos de ellos hubieron heridos que requirieron hospitalización, e incluso, la colega Judith Franco que abordó el tema ayer en su columna, dice: “trascendió que al menos uno de los participantes en un percance falleció”.
Hemos llegado al colmo de que ya ni importa la hora, ni el día o el nivel de congestionamiento del tráfico, los bulevares de Hermosillo parecen pistas de carreras. Algunos conductores parecen haber tomado clases de Fórmula 1 en lugar de obedecer los límites de velocidad. Como si el velocímetro fuera un adorno, ignoran los límites al igual que los políticos ignoran las promesas de campaña: sin consecuencias reales.
Las reglas de tránsito se tratan como meras sugerencias en Hermosillo, donde la impunidad reina en las calles y las leyes se olvidan en cuanto el motor arranca.
Los altos se han convertido en meros adornos. Algunos conductores se lanzan a la acción sin detenerse, como si cada intersección fuera el escenario de un espectáculo sin consecuencias.
Y no podemos olvidar a los que, absortos en sus celulares, se olvidan de mirar el camino. Entre notificaciones, selfies y redes sociales, la atención se desvanece, transformando cada maniobra en un tiro al azar.
¡Basta ya de jugar a la ruleta con nuestras vidas!
Hermosillo se ha convertido en el escenario de una tragicomedia donde la vida de los ciudadanos se negocia a cambio de favores y sobornos, mientras la imprudencia de conductores y la negligencia de las autoridades pavimentan el camino hacia el desastre.
Durante años he señalado en esta columna la ineficiencia y corrupción de las autoridades de tránsito. Los hermosillenses hemos sido testigos de cómo patrullas rondan antros y accesos a la ciudad en evidentes jornadas de ‘cacería’, mientras por calles y avenidas circulan incontables vehículos a exceso de velocidad, muchos conducidos por personas intoxicadas con alcohol o drogas.
Es hora de alzar la voz, de encender la antorcha de la verdad y exigir que los responsables de esta desastrosa fusión de policía y conductores sin control rindan cuentas. ¡No debemos seguir permitiendo que la indiferencia siga cobrando vidas, ni que la impunidad y la irresponsabilidad se sirvan de la ruta como excusa para más tragedias!
En ese sentido, escribió en su leída columna que publicó ayer en el diario “Entorno” la periodista Judith Franco Ainza:
“Los llamados de la autoridad de Tránsito Municipal son recurrentes a través de redes sociales y medios de comunicación, sin embargo, no llegan a permear entre los conductores que persisten en su irresponsabilidad al conducir al hacerlo bajo los influjos de drogas y alcohol, utilizando distractores y, sobre todo, sin respetar velocidad, ni sentido de calles”.
Todos deseamos un futuro en el que, al fin, conducir en Hermosillo deje de ser una partida a muerte. Finalizo con una historia personal como ejemplo:
“Hace unos meses, un viernes alrededor de las 10:00 de la noche, mi esposa y yo circulábamos de sur a norte por el bulevar Gómez Farías. Al llegar al cruce con el bulevar Justo Sierra, el semáforo estaba en verde, así que ella, que iba al volante, siguió sin detenerse. De repente, un auto surgió de la nada a más de 100 km/h desde poniente a oriente y nos rozó, dejando apenas un raspón en la defensa. Nos salvamos, aunque no del susto. Un segundo más adelante, y el impacto habría sido fatal para todos.”
Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.
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