El desaire

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Columna Olor A Dinero

Feliciano J. Espriella

El desaire

Viernes 17 de enero de 2025

El próximo lunes, Donald Trump será investido como presidente de Estados Unidos en lo que los estadounidenses llaman “inauguración presidencial”. En esta ocasión, será su segunda toma de posesión, asumiendo el cargo como el 47º presidente de los Estados Unidos.

A dicho evento, la presidenta Claudia Sheinbaum no fue invitada, al igual que más del 95% de los jefes y jefas de Estado de las más de 200 naciones del mundo. Sin embargo, para la fauna opositora y la comentocracia anticuatroteísta, esta ausencia se ha convertido en un supuesto “desaire” deliberado del gorila que está por convertirse nuevamente en el hombre más poderoso del planeta.

Algunos analistas y comentaristas han interpretado esta omisión como una señal de distanciamiento o desaire diplomático hacia México. Por ejemplo, en redes sociales y ciertos medios, se ha utilizado el término “humillada” para describir la situación de Sheinbaum al no recibir la invitación.

Trump invitó sólo a jefes de Estado con quienes comparte afinidades políticas y, con excepción del presidente de China, los demás son de inclinaciones políticas de derecha y ultraderecha. Entre los líderes invitados destacan: Javier Milei, presidente de Argentina, Viktor Orbán, primer ministro de Hungría, Nayib Bukele, presidente de El Salvador, Daniel Noboa, presidente de Ecuador, Santiago Abascal, líder del partido español Vox y Xi Jinping, presidente de China.

Sin embargo, es importante contextualizar que, tradicionalmente, las ceremonias de investidura presidencial en Estados Unidos no suelen incluir a jefes de Estado extranjeros entre sus invitados. La representación diplomática en estos eventos generalmente recae en los embajadores de cada país. En este caso, el embajador de México en Estados Unidos, Esteban Moctezuma, confirmó su asistencia a la ceremonia en representación del país.

La asistencia de líderes internacionales a la investidura de un presidente estadounidense es poco común y, en este caso, refleja las relaciones y alineaciones políticas actuales. La confirmación de asistencia por parte de los líderes invitados dependerá de diversos factores diplomáticos y de agenda. De los enumerados anteriormente, se conoce que el presidente chino no asistirá.

Hasta ahora, ningún presidente mexicano ha asistido formalmente a la ceremonia de toma de protesta de un presidente estadounidense. Este evento es principalmente interno y rara vez incluye a mandatarios extranjeros. Las interacciones entre los presidentes de ambos países suelen realizarse en visitas oficiales posteriores.

Por lo tanto, toda la alharaca de quienes califican como “desaire” que la presidenta o México no hayan sido invitados no es más que ganas de jorobar. Seguramente, también se quedaron con las ganas de armar una parafernalia de pronóstico reservado si hubiera habido una invitación.

Ya me los imagino. El escándalo habría sido monumental, tanto si asistía como si no. Si hubiera ido, no faltarían las críticas feroces acusándola de débil y sumisa, asegurando que su viaje a Washington era para rendirle pleitesía a Trump en respuesta a sus amenazas. Pero si, por las razones que fuera, decidía no asistir, seguramente la habrían tachado de irresponsable, provocando además la furia del energúmeno del norte. Peña Nieto los conocía a la perfección, y por eso, en su momento, les soltó aquella célebre frase: “Ningún chile les embona”.

Sobre este asunto, Raymundo Riva Palacio, en mi óptica el más recalcitrante, falaz e insidioso crítico al sistema desde que López Obrador hizo su toma de protesta, escribió en su columna de ayer:

“La exclusión de Sheinbaum del club de los radicales, si bien la debe hacer sentirse tranquila, tiene que levantar sus alertas todavía más. No es una aliada estratégica imprescindible -Trump sigue estando dispuesto a repudiar el acuerdo comercial norteamericano-, sino cabeza de un país al que desprecia, como se vio cuando ni siquiera igualó a México con Canadá en su pretensión de anexarlo estado de la Unión Americana.

“La lista de invitados es un gran mensaje para Sheinbaum. Sabe dónde está exactamente parada en la mente de Trump y qué es lo que quiere. Abrió sus cartas. Ahora, la presidenta tiene que trabajar sus escenarios”.

La presidenta ha dado a entender que tiene ya definido qué se va a hacer dependiendo de las acciones que implemente Trump en contra de México. Si algo ha demostrado Sheinbaum es el ser muy previsora del acontecer futuro y, no dudemos de que se tiene un Plan B listo para detonarse, para cada una de las acciones que tome el gobierno estadounidense a partir del próximo lunes.

Claudia Sheinbaum es, en mi opinión, más astuta de lo que se imaginan quienes se alegrarían por una eventual rendición ante nuestro vecino incómodo del norte, y tiene mucho más talento del que le suponen.

Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.

Twitter: @fjespriella

Correo: felicianoespriella@gmail.com

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