Columna Olor A Dinero
Feliciano J. Espriella
Toño Astiazarán, un político con visión de estadista
Viernes 10 de enero de 2025
Hará un par de semanas, cuando un puñado de funcionarios y legisladores del oficialismo atacó con inusitada vehemencia el proyecto del distribuidor vial en Colosio y Solidaridad, que en ese entonces estaba por iniciarse, tuve una discusión al respecto con un colega y buen amigo cuya actividad periodística es un tanto disímbola, pues es detractor a ultranza de la 4T, pero aplaudidor a morir de nuestra 4T autóctona, regional, doméstica o cuatroteíta, como gusten identificarla.
Es curioso, porque mientras que a López Obrador no lo bajó durante su mandato de dictador, inepto, tirano y una veintena más de epítetos que ahora le endilga a la presidenta, a la que además misóginamente califica como marioneta del expresidente, al primer mandatario sonorense le aplaude hasta los dislates en los que a cada rato cae.
Bueno, el caso es que mi amigo criticaba la administración del alcalde y muy particularmente la construcción del puente referido, con los mismos argumentos que pusieron en circulación quienes al parecer fueron instruidos al respecto, haciendo especial énfasis en que se trata de una obra que en la actualidad no es verdaderamente apremiante, pues los problemas viales son, según decía, “sólo algunas molestias en ciertas horas del día”.
Le reviré que precisamente el anticiparse a que los problemas se vuelvan verdaderamente caóticos y empezar a resolverlos previamente con soluciones de futuro, es la diferencia que hay entre unos y otros gobernantes.
Al respecto y en ese contexto, le argumenté: “La mayoría de los gobernantes buscan solucionar los problemas del momento para quedar bien con quienes los eligieron, pero los buenos resuelven los problemas del momento y se anticipan a los del futuro. Esa es la diferencia entre un gobernante y un estadista”.
Obviamente que se carcajeó durante un buen rato para finalmente decirme, “Toño estadista… no mames”, y siguió riéndose. No lo he visto después de esa ocasión, pero es muy probable que al darse un evidente cambio de señal de quien mueve los hilos de la política regional y cuando menos de momento ya no se sataniza al alcalde hermosillense, ahora sí pueda entender que dicha obra, solucionará problemas viales que en la actualidad no son tan light como los quisieron delinear y, que además, con el dinámico desarrollo inmobiliario de fraccionamientos para familias de clase media y media alta que suelen tener dos y más automóviles del bulevar Solidaridad al poniente, en pocos años tendríamos a diario, congestionamientos de carros intentando cruzar el Soli, como los que se ven en las más grandes urbes del planeta.
Como estoy seguro que a muchos el sólo título de esta columna les causará escozor, expongo a continuación las diferencias entre un gobernante y un estadista. La diferencia principal radica en su enfoque, visión y legado en el ejercicio del poder:
Gobernante es alguien que ostenta el poder y ejerce funciones de gobierno en el corto o mediano plazo, su principal tarea es administrar, tomar decisiones inmediatas y resolver problemas presentes. Su enfoque puede estar más influenciado por intereses políticos, electorales o coyunturales.
Un estadista es un líder que piensa más allá del presente, enfocándose en el futuro y el bienestar a largo plazo de su sociedad, toma decisiones que, aunque impopulares en el momento, son necesarias para el desarrollo sostenible y estructural. Suele tener una visión clara, ética y estratégica para transformar a su país, región o comunidad y suele actuar en función del bien común, incluso por encima de sus intereses personales o políticos.
En resumen, todos los estadistas son gobernantes, pero no todos los gobernantes son estadistas. Mientras que un gobernante se centra en el presente y la administración, un estadista busca construir un futuro mejor, dejando un impacto profundo y positivo en la historia.
Un gobernante, como el alcalde hermosillense de 2009 a 2012, atiende la carpeta asfáltica de su ciudad y pavimenta (con materiales que al paso del tiempo demostraron ser de muy corta duración), 3 millones de metros cuadrados de la ciudad, lo cual anuncia al inicio de su mandato y proclama sus avances trimestralmente el resto de su período. A menos de tres lustros de haberse hecho, estoy seguro que a la fecha no existen ni siquiera 100 metros linéales en buen estado.
Dicho alcalde, hizo lo que coloquialmente decimos: “taparle el ojo al macho”. Toño pudo haber hecho lo mismo y pavimentar con materiales de bajo costo varias de las colonias que encontró casi intransitables. Sin embargo, prefirió resolver por varias décadas hacia adelante la problemática de algunas vialidades muy importantes como la avenida Serdán y la calle Reforma, entre otras, así como una gran cantidad de cruceros muy transitados utilizando concreto hidráulico.
Dentro de 15 años y muchos más, esas obras se conservarán en buen estado. La pavimentación masiva de colonias con vialidades plagadas de baches se hubiera empezado a deteriorar con las primeras lluvias y probablemente en cinco años estarían incluso en peores condiciones.
Realizar obras masivas de corta vida es signo distintivo de gobernantes (a secas). Implementar soluciones permanentes de cara al futuro, denota visión de estadista.
Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.
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