Columna Olor a Dinero
Feliciano J. Espriella
Día Internacional de la corrupción
Lunes 9 de diciembre de 2024
El 9 de diciembre es el “Día Internacional de la corrupción”, fue establecido por las Naciones Unidas para crear conciencia sobre los efectos negativos de la corrupción en todos los aspectos de la vida.
Por lo pernicioso y dañino que en sí mismo engloba el término corrupción, resulta obvio que no podríamos decir que hoy se festeja, así como tampoco aplicaría señalar que se conmemora, dado que conmemorar significa recordar o rendir homenaje a un evento, persona o situación importante, generalmente de manera solemne o reflexiva.
En mi opinión, la corrupción es inherente al ser humano, pues la tendencia a buscar el beneficio propio, muchas veces a costa de los demás, es una característica intrínseca de la naturaleza humana. A lo largo de la historia y en todas las culturas, se han documentado casos de corrupción, lo que refuerza la idea de que es un fenómeno universal.
Sin embargo, los matices de corrupción son definitivamente diferentes en cada nación del planeta y casi siempre está relacionada directamente con el poder, la famosa frase “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”, en la realidad ha sido ampliamente comprobada. Cuando las personas tienen poder, pueden ser tentadas a usarlo para su propio beneficio.
En México ha sido ancestralmente el principal lastre que ha impedido mayores avances en progreso y desarrollo. La corrupción ha sido, si no el origen de todas nuestras tragedias, sí de una inmensa cantidad de ellas. A excepción tal vez de las catástrofes originadas por fenómenos naturales, como temblores y huracanes, me parece que una gran proporción de acontecimientos trágicos que hemos padecido a lo largo de nuestra historia, atrás existieron directa o indirectamente acciones corruptas.
Y no exagero. Si revisamos en la enorme cantidad de tragedias que no hubieran sucedido de no haber sido porque alguien omitió cumplir con su responsabilidad a cambio de una ‘gratificación’ generalmente de índole monetaria, o por amiguismo, compadrazgo, o sólo por agradar a alguien con quien le interesaba quedar bien.
¿Cuántas grandes tragedias han sucedido por incendios en antros, bares, cines y todo tipo de lugares públicos porque el establecimiento no contaba con los requerimientos mínimos para protección de asistentes? Y detrás de ellos tuvo que haber un buen puñado de corruptos: los propietarios del inmueble, así como los del negocio, las autoridades que concedieron los permisos, los inspectores de protección civil, entre otros.
En la CDMX cada vez que hay un terremoto muy fuerte se registran decenas de inmuebles que derrumbó el fenómeno que ocasionan centenares de víctimas fatales y al hacer los peritajes se encuentran que se construyeron más pisos que los autorizados de acuerdo con el reglamento vigente, o que las obras se realizaron con materiales de menor calidad a las especificaciones. Y detrás de todos esos casos hubo corruptos que no cumplieron con su responsabilidad.
En alguna ocasión, Enrique Peña Nieto argumentó que, para abordar la corrupción, no solo bastaba con establecer leyes y normas, sino también cambiar actitudes y prácticas culturales que la facilitaban. La frase fue muy polémica, ya que muchos la percibieron como una justificación de la corrupción en lugar de un reconocimiento pleno de su impacto y de las acciones necesarias para combatirla. Pero en mi opinión no andaba tan errado.
La corrupción la ejercitamos la mayoría de los mexicanos, muchas veces hasta sin estar conscientes de ello. Lo hacemos cuando para evitarnos pérdida de tiempo le pagamos a un coyote o gestor para que se encargue de tramitarnos algún trámite oficial; también cuando le damos un ‘billetito’ al agente de tránsito que nos detuvo por haber hecho una infracción; también en las fronteras cuando al ingresar al país excedemos los límites de importación permitidos por la franquicia y no queremos regresarnos o que nos confisquen lo que no está permitido.
Podría continuar con una lista seguramente más larga que el famoso ‘Rosario de Amozoc’, pero se me acabó el espacio y sería oficioso, pues, aunque la mayoría sabemos que esos son actos indebidos, nos safamos con la frase ‘qué tanto es tantito’.
No por nada México en 2023, se ubicó en el lugar 126 de 180 países, en el ranking mundial de la corrupción que realiza Transparencia Internacional, obteniendo una calificación de 31 puntos sobre 100, lo que indica una percepción alta de corrupción en el sector público.
Por hoy fue todo, gracias por su tolerancia y hasta la próxima.
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