En manos de MORENA el futuro de 130 millones de mexicanos

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Columna Haz y Envés

Armando Fava Ruelas

En manos de MORENA el futuro de 130 millones de mexicanos

Jueves 24 de octubre de 2024

En este contexto de cambios constitucionales al vapor del que estamos siendo testigos, llama la atención lo que se dio a conocer a principios de esta semana, cuando en Chihuahua, una entidad gobernada por el PAN y con un congreso local en el que la oficialidad blanquiazul es mayoría, un diputado de Movimiento Ciudadano, Francisco Sánchez Villegas, presentó una iniciativa que plantea blindar la Constitución Política de esa entidad contra “las reformas emanadas desde el centralismo” lo que representaría, según sus dichos, un paso para garantizar la libertad, soberanía y prosperidad de ese estado.

Su propuesta de blindar la constitución del estado contra reformas centralistas parte de instalar una “cláusula pétrea” que vendría a proteger a Chihuahua de cualquier intento de centralización que pueda afectar negativamente a ese estado y forma parte de la estrategia integral para demandar un Nuevo Trato para Chihuahua por parte de la Federación.

En esta lucha por la soberanía y dignidad de su estado, Sánchez Villegas ha solicitado una “Convención para revisar el Pacto Federal”, que incluiría la participación de la sociedad civil y representantes de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial chihuahuenses.

Ese “Trato Justo” y equitativo para Chihuahua sería en materia presupuestal y de seguridad. Hasta aquí lo que propone ese legislador de Chihuahua.

Esta propuesta de blindar la Constitución de Chihuahua ha generado diversas reacciones, incluyendo críticas de figuras como Gilberto Lozano, fundador del Congreso Nacional Ciudadano y FRENA, quien ha cuestionado la autenticidad de la iniciativa y su verdadero impacto en la soberanía del estado.

Si bien es cierto que el objetivo de Sánchez Villegas no va más allá de lo estatal, tampoco podemos pensar que es puramente casual la presentación en estos momentos de esta iniciativa suya. Aunque sabemos de sobra que plantea un panorama irrealizable, pues el Gobierno Federal no lo aceptaría bajo ninguna circunstancia y arremetería con todo su poderío en contra del gobierno de Chihuahua, en caso de que sacaran esa iniciativa adelante.

Lo curioso aquí es que  ocurre cuando hay cada vez más inconformidades manifiestas en todos los sectores de la población a lo largo y ancho del territorio nacional, ante los cambios constitucionales aprobados por MORENA y aliados.

Y si tomamos en cuenta que además de Chihuahua, existen gobiernos y congresos estatales de oposición panistas en Aguascalientes, Guanajuato, y Querétaro; del PRI en Coahuila y Durango, y de Movimiento Ciudadano en Jalisco y Nuevo León, aquí la pregunta que cabría es qué puede estar moviéndose en esas entidades, que cuando menos la mitad de ellas son de vital importancia por su lugar relevante en el sector industrial y automotriz.

Por otro lado, es innegable que MORENA y aliados obtuvieron triunfos arrolladores en las elecciones pasadas, a nivel federal como en las entidades, lo que les da la legitimidad absoluta para hacer lo que se les pegue en gana.

Aunque hay que recalcar que este proceso acelerado de reformas constitucionales emprendido por ellos, ha generado inquietud e incertidumbre en un sector muy amplio de la población, aquel que sí tiene plena conciencia del impacto que significan esos cambios, no solo en lo que respecta a las actividades productivas de las cuales depende el equilibrio económico de nuestro país sino, también y de manera muy especial, en lo que se refiere al marco legal que regula la vida social y política de 130 millones de mexicanos.

No son simples cambios; por el contrario, son reformas profundas que afectarán –aún no se sabe si de manera positiva o negativa- los ámbitos productivo, laboral, educativo y de toda índole, de quienes vivimos y trabajamos en este país.

A nivel central, MORENA y aliados han conformado un bloque de legisladores de ambas cámaras, -Diputados y Senadores- que ha aprobado, entre muchas otras, una Reforma al Poder Judicial. Ésta, en un escenario impensable antes, permitirá a la población elegir mediante el voto popular a jueces, magistrados y ministros, partiendo de una selección de perfiles para estos cargos, aún no establecida con claridad.

Esto replantea todo el sistema de justicia tal como los mexicanos lo conocemos desde hace muchos años.

Por encima de todo, ese bloque legislador habrá de aprobar en unos cuantos días más, la  reforma a los artículos 105 y 107 de la Constitución, para establecer como improcedentes las controversias constitucionales o acciones de inconstitucionalidad contra reformas constitucionales. El último clavo al ataúd del Poder Judicial, tal como lo conocemos hasta hoy.

Seguro saben lo que están haciendo desde el Congreso de la Unión, quienes  tienen esa encomienda de transformar nuestra realidad en una nueva, completamente desconocida, a partir de reformar el marco jurídico rector de la vida nacional. Lo deben saber porque ni siquiera son jóvenes; son adultos y la mayoría de ellos están ya en la etapa de una madurez bastante avanzada.

Estos transformadores de la vida nacional son hombres y mujeres que han sido testigos de la historia del mundo cuando menos en los últimos 40 años; como políticos de experiencia y trayectoria, seguro saben los alcances de estas reformas y de lo que podría ocasionarle a México un régimen que asfixie las libertades individuales, la seguridad jurídica y trastoque los cimientos económicos de un país que lo que necesita en estos momentos es afianzarse en el camino hacia un futuro el cual, por cierto estamos viendo, no es muy promisorio, pues podría decirse que estamos en la antesala de una conflagración internacional de enormes proporciones.

Ojalá que los timoneles de MORENA, aquellos que tienen en sus manos los poderes Ejecutivo, Legislativo y ahora el Judicial, tengan la capacidad de demostrar esa experiencia política acumulada y remonten el espíritu meramente político-partidista y vean por el verdadero bienestar del país.

Si así lo hicieren, que el Pueblo los premie y reconozca; de lo contrario, que el mismo Pueblo se los demande y castigue, como lo hizo con aquellos que pasaron de gobernar por muchos años, a simples figuras decorativas, acartonadas, que salvo sus honrosas excepciones, en la mayoría de los congresos locales no las necesitan ni siquiera para escenografía.

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