Columna Olor a Dinero
Feliciano J. Espriella
¡Qué bonita familia!
Jueves 26 de septiembre de 2024
El affaire político entre México y España que estalló antier a consecuencia del comunicado que el gobierno español envió por las vías diplomáticas al gobierno mexicano para anunciar que no asistirá ningún representante suyo a la toma de posesión de Claudia Sheinbaum, me recordó la frase del título de esta entrega, la cual popularizó por ahí de la década de los setenta el comediante Alfonso Iglesias, más conocido como “Pompín”.
La Cancillería de España expresó su descontento por la exclusión del rey Felipe VI de la invitación a la toma de posesión de Claudia Sheinbaum como presidenta de México. En un comunicado, calificaron esta exclusión como “inaceptable” y anunciaron que, por este motivo, el gobierno de España decidió no participar en la ceremonia a ningún nivel. El mensaje fue el siguiente:
“El Gobierno de España rechaza la exclusión de S.M. el Rey de la toma de posesión de la presidenta electa de México y comunica que no enviará a ningún representante”.
El origen de esta aparente descortesía a la corona española se remonta a marzo de 2019, cuando el presidente López Obrador envió una carta personal al rey de España para pedirle que, con motivo de la celebración de 200 años de Independencia de México, el reino de España expresara una disculpa por los “agravios causados” durante la conquista de México.
La carta al rey Felipe VI, fechada el 1 de marzo de 2019, fue difundida unos días después por medios de comunicación españoles, lo cual molestó al presidente mexicano, quien entonces decidió leerla durante una conferencia de prensa matutina y en esa misma ocasión puso en pausa las relaciones con la monarquía española. Fue por esto que la presidenta electa no corrió invitación personal al monarca. Ella lo explicó con las siguientes palabras.
“Lamentablemente, dicha misiva -dijo en referencia a la carta de López Obrador- no mereció respuesta alguna de forma directa, como hubiera correspondido a la mejor práctica diplomática de las relaciones bilaterales”.
Pues vaya que son fijados y, ¡qué delicados los miembros de la dinastía Borbón!, aun cuando la familia real española no ha sido precisamente un dechado de virtudes y han protagonizado cualquier cantidad de acciones públicas que no son bien vistas en las familias de alcurnia y rallan en los linderos del oprobio.
La monarquía española prácticamente no ha dejado tropelía por cometer. Si uno revisa la historia personal de Juan Carlos I, padre del actual monarca Felipe VI, encontramos multitud de fechorías (por decirlo suavemente) y acciones inmorales que lo tienen actualmente en el exilio para evitar la prisión.
Se le ha acusado de cometer abusos sexuales entre el personal femenino que lo asistía. Uno de los casos más notorios relacionados con su vida privada es su relación con la actriz y vedette Bárbara Rey. Se ha especulado que esta relación fue encubierta por el Estado español para evitar un escándalo mayor. Además, se ha mencionado que Juan Carlos I tuvo numerosas amantes durante su reinado.
En abril de 2012 se reveló que había participado en una cacería de elefantes en Botsuana. Este incidente ocurrió en medio de una grave crisis económica en España, lo que generó una fuerte indignación pública que finalmente lo llevó a abdicar.
Se le ha acusado de estar involucrado con “operaciones irregulares” en paraísos fiscales, diversos actos de corrupción, se le reconoce como un operador de Arabia Saudita en donde vive actualmente en calidad de refugiado a la vez que se protege ante la opinión pública española, pues existe todavía una gran cantidad de gente con raigambre monárquico que no lo perdonan.
Ahora bien, Felipe VI tampoco se salva de un historial oscuro, aunque menos escandaloso que el padre. Tal vez le falten años y en el futuro logre superar ese legado patriarcal.
Por ahora sólo se le conoce lo relacionado con Iñaki Urdangarin, marido de la infanta Cristina quien se encuentra tras las rejas condenado a casi seis años por un sonado caso de corrupción, de lo cual de momento se ha salvado el Rey en medio de muchas sospechas.
Pero su soberbia la ha exhibido no sólo con López Obrador y México. El 7 de agosto de 2022, durante la toma de posesión de Gustavo Petro como presidente de Colombia, fue presentada en la ceremonia la espada de Simón Bolívar, un símbolo de la independencia latinoamericana y, mientras los asistentes se levantaron en señal de respeto, el rey Felipe VI de España permaneció sentado
Así que este Borbón que se dice ofendido, tiene en lo personal y en su entorno cercano mucho por qué se le bajen los humos. Seguramente si viviera Pompín Iglesias, les enviaría su saludo habitual: ¡Qué bonita familia! ¡Qué bonita familia!
Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.
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