Columna Olor a Dinero
Feliciano J. Espriella
Seis días y acaba el jueguito de “pégale al negro”
Miércoles 25 de septiembre de 2024
Dentro de seis días, el próximo martes 1 de octubre para ser exacto, Andrés Manuel López Obrador, el personaje más atacado, denostado y calumniado en México cuando menos en el último siglo, dejará la investidura por la cual lo han convertido, como a algunos payasos en las ferias itinerantes, en el “negro” al que hay que pegarle.
Aclaración para los más jóvenes, como dice ya saben quién: La expresión “pégale al negro” tiene sus raíces en un juego de feria que se practicaba en algunos lugares hace muchos años. En este juego, una persona con la cara pintada de negro se colocaba detrás de un agujero y los participantes intentaban golpearlo con una bola pesada. Como este tipo de juegos reflejaban actitudes racistas y homofóbicas que eran comunes en el pasado, en la actualidad está prohibido.
Pues sí, efectivamente, para conspicuos miembros de la comentocracia nacional, en su mayoría pertenecientes a la cofradía del “chayote”, su puerquito ya no estará lo suficientemente visible para que valga la pena seguir utilizándolo como fuente de inspiración. Máxime, si como me parece sucederá, ya no se dará por aludido, aunque no dudo que muchos intenten mantenerlo en el pandero, pese a que ya no lo iluminen los reflectores.
Yo me pregunto, si para miles y miles de columnistas de todo el país, más de la mitad de los temas de sus escritos eran algo que el aún presidente hizo, dijo o simplemente le inventaron, ¿de dónde carambas van a sacar ahora inspiración para llenar sus espacios?
El sexenio llega a su fin. Se les va AMLO, el personaje alrededor del cuál han dependido desde hace seis años sus acciones, emociones, rabietas, pataleos y muchas alegrías cuando creían que iba a caer o daba un traspié ¿A quién o a dónde irán a enfocar todo el odio que fueron acumulando durante seis años?
Deben empezar por reconocer que su villano favorito o bellaco (para utilizar el léxico de una erudita coterránea) a quien por su investidura pensaron que tenía un cierto grado de vulnerabilidad no pudieron hacerle mella a base de insultos de lo más ruin y canallesco. Resistió todos sus embates, y no sólo eso, encima no ganaron nada. Al contrario, muchos perdieron en el camino no sólo la pizca de dignidad que les quedaba, sino buena parte de sus audiencias y lectores.
¡Pobres! Amanecían con López, desayunaban con AMLO, comían con Obrador y se acostaban con el Peje. Vivían de él, era la fuente de sus preocupaciones más profundas y sus fantasías, pero también de sus pesadillas. Era el tirano, el dictador, el nefasto ser que alimentaba todos sus más bajos instintos.
¿Qué van a hacer ahora todos y todas esas comunicadoras cuyas columnas y noticieros que vivían de denostar a AMLO? ¿Quién será en adelante su inspiración para la producción de sus fake news?
Me parece que se enfrentarán al mayor reto de su vida los y las más célebres y conocidas figuras de la comunicación ¿Sobre quién derramarán ahora el producto de sus frustraciones? Quiénes daban cauce a su clasismo identificando al presidente sólo con su nombre de pila y el primer apellido, toparán con pared si quieren trasladar sus complejos a la ya muy próxima presidenta de la República, pues si lo intentaran omitiendo Pardo, su apellido materno, de cualquier manera le quedará Sheinbaum, el cual podrá compararse hasta con ventaja con los de la más rancia alcurnia.
Por lo pronto, se están despidiendo dando golpes diarios a quien todavía consideran su “negro” al que hay que pegarle, aunque estoy seguro que muchos ya ni saben por qué o para qué.
Por cierto, el por qué o para qué una gran cantidad de comentócratas hicieron de pegarle a López Obrador su modus vivendi durante seis años y prácticamente su razón de existir, es todo un tema.
A propósito, recuerdo que hará un par de años, un colega y buen amigo durante una plática de café en la que comentábamos sobre este asunto, en una de esas me dijo: “¿Cuánto le estarán pagando a Equis (un mutuo amigo y también colega) por atacar todos los días en su columna al presidente?”.
Como en lo personal yo tenía un trato más frecuente con el aludido y estaba convencido que sus ataques eran de motu proprio y no por cuenta de terceros, y que además algunos de sus textos ni siquiera él los creía, le respondí lo que pienso es el origen de las opiniones publicadas por una gran cantidad de comunicadores que se han ostentado como amlofóbicos, a sabiendas de que publican falsedades y calumnias. Le dije:
“No creo que le paguen nada. La gran mayoría de sus lectores son anti lopezobradoristas y él lo sabe. Como muchos otros periodistas, escribe lo que a sus lectores les gusta leer”.
Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.
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