¿Qué sigue después de los niños sicarios?

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Columna Haz y Envés

Armando Fava Ruelas

¿Qué sigue después de los niños sicarios?

Viernes 20 de septiembre de 2024

Noticia aterradora la de los 22 niños sicarios que registra la Fiscalía General de la República en Sonora tan solo en lo que va de este 2024.

Obvio, no son los primeros ni los únicos casos de menores de edad que sirven al crimen organizado. Desde hace mucho tiempo los han usado como halcones, como burreros, como dealers; de todo han hecho los niños y los jóvenes en el submundo de la delincuencia. Ahora los han armado hasta los dientes.

Pero, lo más grave no es la noticia de los 22 niños sicarios por sí misma, porque este fenómeno no es privativo de Sonora; está generalizado en todo el país. Lo surrealista es que a mucha gente le parezca “normal”.

Es decir, seguimos tomando la violencia criminal de la manera más insensible, apática; incluso hemos llegado a trivializar las tragedias que viven cientos de miles de familias a las que les han matado, secuestrado o desaparecido a sus seres queridos, y lo mismo sucede con el tema de los niños sicarios. Es muy triste, muy lamentable; pero, sobre todo, inaceptable, que la expectativa de vida de esas pobre criaturas se acorte todavía más.

Si hoy los jóvenes delincuentes difícilmente alcanzan los 25 años de edad, imagínese cuál será en poco tiempo la expectativa de vida de un niño sicario.

En el discurso oficial, el problema de la inseguridad y de la violencia criminal que incluye a estos menores, lo debemos resolver juntos sociedad y gobierno. Y si bien es cierto que hay mucho de razón en esta reflexión, -porque los primeros responsables en el hogar son los propios padres de esas criaturas-, la verdad es que esa narrativa no ha permeado lo suficiente; no ha funcionado, por decirlo de manera suave y respetuosa. Y a todos nos consta.

Y para completar el cuadro, desde la sociedad exigimos que el gobierno actúe con energía, que combata al crimen organizado con toda la fuerza del Estado, para que la impunidad no siga extendiéndose aún más y más, prohijando corrupción y delincuencia.

Pero, sucede que si alguna autoridad de cualquier nivel, tomase en sus manos esta tarea, no tardaría mucho en verse envuelta en una serie de vericuetos y expuesta a una reacción brutal por parte del crimen organizado ante lo cual, las otras instancias seguro le dirán: “Ahí se ven, son ustedes los que se metieron en este berenjenal”. Y  ahí se les acabaría el corrido. Así de sencillo.

Ahora bien, es definitivo que la inseguridad es una asignatura pendiente por parte del gobierno, o dicho de otra manera, es una promesa incumplida de todas las campañas; ya hemos visto hasta la saciedad que este problema no se va a resolver solamente con más policías o más soldados y mucho menos con discursos plagados de lugares comunes.

Por eso, bueno sería escuchar qué traen “en la bola” sobre este tema todos aquellos y aquellas que andan acelerados para suceder a Alfonso Durazo y gobernar Sonora del 2027 al 2030. Y también del 2030 al 2036; pero, de esto ya hablaremos más adelante.

La inseguridad es un tema creciente, difícil, complicadísimo, que tiene cada día más aterrada a la sociedad en varias entidades del país, confinadas en sus hogares como ocurre en Sinaloa, y prácticamente aisladas varias comunidades como sucede en Chiapas.

Esa es la triste realidad que supera a lo que nos aseguran de que en Guanajuato “las cosas están mucho peor que en Sinaloa”, a lo que solo les faltó decir: “Y se aguantan, no la hacen de emoción”. ¿Será porque en ese estado la vida no vale nada?

Las autoridades están en un grave, severo, delicadísimo dilema, porque la respuesta que están dando, a todas luces, no ha funcionado y el poderío del crimen organizado se ha extendido a una buena extensión del territorio nacional.

Quienes llegarán y aquellos que ya están en el gobierno en todos los niveles, tienen bastante por hacer, ante la posibilidad real de que la paciencia y la tolerancia de la sociedad mexicana en todos los rincones del país pudieran tener fecha de caducidad mucho antes de los 70 años.

Porque ya no solo son víctimas mortales de la delincuencia sus adultos o sus jóvenes con meteórica carrera delictiva sino que, ahora, la pesadilla es que la carne de calón es su niñez, la románticamente llamada “futuro de México”.

Eso es lo terrible: Que elementos de las policías, Ejército, Marina o Guardia Nacional reaccionen en todo su derecho, contra quienes los agredan y disparen sin saberlo, contra menores de 18 años. Aquí surge la pregunta: ¿Qué sigue después de los niños sicarios?

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