Latinus realizó un recorrido por las colonias inundadas para conocer como viven algunos de los 7 mil 600 afectados, atestiguando cómo la inseguridad y la falta de asistencia adecuada han obligado a algunos damnificados a improvisar refugios temporales
Amado Azueta
Escrito en MÉXICO
Jueves 22 de agosto de 2024
Carmen Fermín, residente de Chalco, ha visto su hogar convertido en un caldo de cultivo de larvas y bacterias tras 21 días de inundación por aguas negras. Forzada a refugiarse en el segundo piso de la casa de su sobrina debido a una infección, su historia refleja el impacto devastador de las recientes lluvias en la región, que han afectado a más de dos mil viviendas. A pesar de la gravedad de la situación, la ayuda oficial ha sido insuficiente, dejando a muchos vecinos en condiciones precarias.
Latinus realizó un recorrido por las colonias inundadas para conocer como viven algunos de los 7 mil 600 afectados, atestiguando cómo la inseguridad y la falta de asistencia adecuada han obligado a algunos damnificados a improvisar refugios temporales. Juan Pablo, otro residente afectado, ha instalado una carpa en la azotea de su casa para evitar la “apestadera” y la insalubridad de las aguas negras. Mientras tanto, familiares y vecinos se organizan para llevar alimentos y agua a los afectados, pues la respuesta de las autoridades ha sido tardía y limitada, con solo cuatro lanchas de bomberos operando en la zona.
Sin muebles ni cocina, Zenaida Fermín y su familia han perdido toda confianza en las autoridades, quienes no han brindado el apoyo necesario. Aunque el plan DN-III fue activado, su impacto ha sido mínimo. La solidaridad de la comunidad, sin embargo, ha sido un faro de esperanza en medio de la crisis.