¿Empuja Beltrones a Alito hacia un “lawfare”?

r4
r4
6 Min Read

Columna Olor a Dinero

Feliciano J. Espriella

¿Empuja Beltrones a Alito hacia un “lawfare”?

Jueves 15 de agosto de 2024

El término ‘lawfare’ tiene su origen en la combinación de las palabras inglesas ‘ley’ y ‘guerra’. En el ámbito político, se refiere al uso de procedimientos judiciales con fines de persecución política, desacreditación o destrucción de la imagen pública e inhabilitación de un adversario político.

Sintetizando, el “lawfare” viene a ser un golpe de estado legal y ha venido sustituyendo al golpe de estado militar para despojar del poder a quienes legalmente lo ocupan. En América Latina se han dado varios de estos golpes de estado sin derramamiento de sangre; uno de los más connotados fue el que se dio en Bolivia para destituir a Evo Morales como presidente de la república.

El enfoque y tema de esta entrega se deriva del comportamiento en las últimas semanas del senador electo Manlio Fabio Beltrones Rivera, frente al nefasto dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, alias “Alito”.

Quiero primero aclarar que no soy fan de Beltrones, de hecho, nunca me ha simpatizado, pero tampoco lo rechazo per se. Reconozco que es uno de los políticos más hábiles del país y ha sido desde siempre un ave de tempestades, controversial en todo momento e indudablemente muy poderoso, temido, astuto, sagaz, y poseedor de una evidente bonanza económica que sólo se explica desde la óptica del tráfico de influencias y la corrupción, y hasta donde sé, nunca da paso sin huarache.

Y precisamente, por los atributos anteriores, es que me parece que el desarrollo de su actual confrontación con el tal Alito, obedece a un plan astutamente premeditado.

Primero, en junio de 2022, tras las derrotas electorales en los estados de Hidalgo y Oaxaca, que sumadas a las 8 entidades perdidas el año anterior apuntaban a un derrumbe estrepitoso del tricolor, varios ex presidentes del PRI (entre los que se encontraba Beltrones) y algunos notables como Osorio Chong, visitaron a Alito en la sede del partido para pedirle que renunciara, a lo cual se negó rotundamente.

Algunos y algunas siguieron insistiendo en el tema y en las críticas hacia el dirigente, pero Beltrones ya no continuó en esa línea y su trato con Alito en lo sucesivo fue cordial. Por ello a nadie le extrañó que tanto él como su hija Sylvana ocuparan lugares de privilegio en las listas de pluris que les garantizaban llegar al legislativo. Él al senado y ella a la cámara baja.

Durante la campaña, Beltrones, que yo sepa, nunca tocó a Moreno Cárdenas ni con el pétalo de una rosa. Comenzó sus críticas hasta que tuvo la total certeza de que tenía garantizado un escaño en la próxima legislatura y su hija una curul. Empezó con críticas veladas que fue subiendo de intensidad en la medida que al tocarle la cresta, o rascarle los destos, si se quiere más coloquial, Alito empezó a responder.

De hecho, mediante un acto de provocación abierto y retador, MFB logró que el ingenuo Alito (quien a pesar de su rapacidad y alto grado de envilecimiento ralla en lo que la mismísima Lady X calificaría como pendejez) cayó en el garlito, se dejó llevar por la soberbia y puso al político sonorense en el listado de víctimas del dictador.

¿O qué? Beltrones, un político doctorado en vagancia, ¿esperaba que Alito reaccionara pasivamente ante sus declaraciones de que no renunciaría al PRI pero no participaría en la bancada priísta del senado?

El escenario actual es: por una parte, un dirigente del partido autócrata, déspota y dictatorial que abusando de su poder, veja y agrede a uno de los más conspicuos priistas de la historia. Y por el otro lado, un prominente miembro del partido que sólo busca salvarlo de las garras del dictador fue humillado.

Por otra parte, está pendiente todavía la resolución a la demanda que el 11 de julio interpusieron ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) varios priístas, para pedir la anulación de la Asamblea en la que se reformaron los estatutos que permitieron la reelección de Alito.

Yo pregunto, ¿qué pasaría si el Tribunal falla a favor de los demandantes y anula dicha Asamblea?

Me respondo: la reelección de Alito se anularía, se tendrían que designar presidente y secretario general sustitutos y se les encomendaría convocar a elecciones en un plazo que podría oscilar entre 6 meses y un año, tiempo suficiente para que Beltrones y compañía, quienes aún tienen mucha ascendencia entre la militancia, desarticulen la red de poder que tejió Alito, quien, sin el cetro en la mano, estaría a merced de la furia de los miles de enemigos que creó durante su reinado.

Ante este hipotético escenario, la pregunta es: ¿Tenemos un lawfare en ciernes?

La moneda está en el aire

Por hoy fue todo. Gracias por su tolerancia y hasta la próxima.

Twitter: @fjespriella

Correo: felicianoespriella@gmail.com

Share This Article
Leave a comment