Las rocas recuperadas pueden ayudar a los científicos a observar la evolución de la Luna y del propio sistema solar
Tomado de El Mundo España
Lucas de la Cal
Lucas de la Cal/Shanghai
Martes, 25 junio 2024 – 08:32
China ha traído de la Luna un regalo inédito: dos kilogramos de rocas que ayudarán a resolver los misterios de la casi inexplorada cara oculta del satélite. La sonda Chang’e-6 regresó este martes transportando las primeras muestras de la superficie del hemisferio invisible desde la Tierra. Termina así con éxito un viaje completo de 53 días que representa un nuevo hito en la carrera espacial de la superpotencia asiática.
La cápsula de retorno con las muestras se separó de su módulo orbital y aterrizó en paracaídas a las 14.07 (hora local) en la estepa de Mongolia Interior, al norte de China. Las rocas recuperadas, que se enviarán ahora a un laboratorio de Pekín, pueden ayudar a los científicos a observar la evolución de la Luna y del propio sistema solar, además de proporcionar datos importantes para avanzar en las próximas misiones lunares. Tras un primer examen en Pekín, las autoridades chinas han asegurado que investigadores de otros países también podrán solicitar el acceso al estudio de las rocas lunares.
La misión comenzó el pasado 3 de mayo con el lanzamiento de la nave robótica a bordo de un cohete Long March 5. El 2 de junio, el módulo de aterrizaje se separó del orbitador y apuntó hacia la Cuenca Aitken del polo sur de la Luna, donde el Chang’e 6 descendió hasta un enorme un cráter (bautizado como Apolo) formado hace unos 4.000 millones de años y que se cree que podría contener agua helada.
Tras las operaciones de recogida de los dos kilogramos de muestras, la nave desplegó un pequeño rover de cinco kilos que se alejó para buscar una posición adecuada desde la que tomar una imagen en la que se ve el módulo de aterrizaje con los brazos robóticos usados para la perforación del terreno y la bandera china. Semanas después, el 21 de junio, el orbitador inició su regreso a la Tierra.
Esta ha sido la segunda misión de retorno después de que el Chang’e 5 volviera en 2020 con 1,73 kilos de material que recogió en la cara más cercana del satélite. Entonces, Pekín ya distribuyó pequeñas cantidades de estas muestras a varias instituciones internacionales. Esta semana, científicos chinos han desvelado que han identificado grafeno natural mientras estudiaban las proporciones de carbono en las muestras que trajo la sonda Chang’e 5.
Otras nueve misiones lunares han recuperado fragmentos de la Luna y los han devuelto a la Tierra, pero nunca antes se habían recolectado muestras de la cara oculta. “Existen diferencias significativas entre estas dos caras en términos de espesor de la corteza lunar, actividad volcánica y composición. Se espera que las muestras del Chang’e 6, al ser las primeras obtenidas de la cara oculta, respondan una de las preguntas científicas más fundamentales en la investigación científica lunar: ¿Qué actividad geológica es responsable de las diferencias entre las dos caras?”, señala Zongyu Yue, geólogo de la Academia de Ciencias de China en un artículo en la revista The Innovation.
Los científicos chinos dicen en esta publicación que las muestras de superficie devueltas probablemente consistirán en roca volcánica de 2,5 millones de años combinada con pequeñas cantidades de material generado por impactos de meteoritos cercanos.
“La mayor esperanza es que las muestras contengan algunos derretimientos de impacto (fragmentos generados cuando cuerpos más pequeños chocan contra la Luna) del cráter Apolo que pueden proporcionar limitaciones cruciales en el flujo de impacto temprano de la Luna”, continúa Yue. “Una vez que se obtenga esta información, no sólo ayudará a aclarar el papel de los primeros impactos de meteoritos en la evolución de la Luna, sino que también será de gran importancia en el análisis de la historia de los primeros impactos del sistema solar interior”.
Este viaje de ida y vuelta a la cara oculta de la Luna es la última exitosa misión espacial de China después de finalizar la construcción de una estación espacial en órbita terrestre baja y el aterrizaje de un rover en Marte en 2021. En mayo, tres taikonautas se subieron a la nave Shenzhou-18 en dirección a la estación Tiangong, completada en 2022 y cuya construcción se inició después de que Estados Unidos excluyera a Pekín en 2011 de la Estación Espacial Internacional, en gran parte debido a las preocupaciones de sobre los vínculos de su programa espacial con el ejército chino.
PRÓXIMOS PASOS
El siguiente paso en el programa lunar será enviar una próxima sonda de la serie Chang’e -que lleva el nombre de la diosa lunar de la mitología china- en 2026 a la región del polo sur lunar para tratar de investigar las importantes reservas de agua que se cree que están encerradas en granos de hielo. Otra nave se lanzará en 2028 para seguir explorando los recursos.
El objetivo a corto plazo más ambicioso es enviar astronautas a la Luna para 2030. Más adelante, los científicos chinos han asegurado en varias publicaciones que el gran plan, después de que los robots chinos de exploración de recursos recorran toda la superficie lunar, es poder replicar en el astro un “eficiente modelo de construcción a gran escala”, empezando por una gran base lunar que, para 2045, cuente con grandes instalaciones como plantas de energía, fábricas, instituciones de investigación científica, sitios de lanzamiento de cohetes y hasta una pequeña ciudad subterránea.
En Washington preocupa la alianza en el programa espacial que han forjado China y Rusia, que en 2021 firmaron un memorando de entendimiento para establecer conjuntamente una Estación Internacional de Investigación Lunar a mediados de la década de 2030, un acuerdo de cooperación que ratificó a principios de este mes el presidente ruso Vladimir Putin.
“Estamos en una carrera espacial con los chinos, y ellos son muy buenos. Especialmente en los últimos 10 años, han tenido muchos éxitos”, subrayaba Bill Nelson, director de la NASA, en una entrevista reciente con el Washington Post. La semana pasada, desde la Administración Espacial Nacional de China (CNSA), el equivalente chino a la NASA, reconocían públicamente por primera que existía una “competencia” con EEUU en la carrera espacial.
“Es previsible que en los próximos 20 a 30 años, la Estación Internacional de Investigación Lunar de China y el programa Artemis de EEUU compitan en términos de tecnología y eficiencia operativa en el mismo escenario histórico y en la misma ubicación geográfica (en referencia al polo sur de la Luna)”, rezaba el comunicado de la CNSA. “La utilización de los recursos lunares se convertirá en un foco de competencia”.
Los científicos chinos han explicado que el suelo lunar es excepcionalmente rico en titanio y hierro, dos metales que pueden utilizarse para fabricar componentes de naves espaciales, y que China ha descubierto abundantes moléculas de agua en sus muestras obtenidas del satélite. Esto, según dijeron las autoridades espaciales del gigante asiático, supone un potencial de hasta 270 mil millones de toneladas de recursos hídricos en la Luna que podrían usarse para producir combustible para cohetes, agua y oxígeno para los astronautas.