Los investigadores calificaron los ataques, dirigidos contra sinagogas e iglesias de la región de Daguestán, de acto terrorista. No quedó claro de inmediato quién fue el responsable.
Tomado de The New York Times
Ivan Nechepurenko y Anatoly Kurmanaev
Lunes 24 de junio de 2024
El número de víctimas mortales de dos atentados, aparentemente coordinados, perpetrados por hombres armados en la república rusa de Daguestán, en el sur del país, ascendió a 20, según informaron los investigadores rusos.
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Blandiendo rifles y cócteles molotov, los atacantes asaltaron sinagogas e iglesias ortodoxas el domingo por la noche en dos grandes ciudades de Daguestán, una región predominantemente musulmana del norte de las montañas del Cáucaso.
Entre los muertos había al menos 15 agentes de las fuerzas del orden y algunos civiles, según las autoridades regionales. Las autoridades de salud locales dijeron que otras 26 personas habían resultado heridas.
Durante horas, los hombres armados anduvieron a la fuga, involucrados en tiroteos con miembros de las fuerzas del orden, según declaraciones del Ministerio del Interior de la región. Cinco atacantes fueron finalmente abatidos, según las autoridades locales.
Estos ataques fueron los últimos de una serie de actos de violencia extremista cometidos en Rusia en los últimos meses, lo que subraya los complejos retos de seguridad del país mientras su aparato de inteligencia sigue centrado en la guerra contra la vecina Ucrania.
Los investigadores rusos calificaron el atentado de acto terrorista, pero no quedó claro de inmediato quién fue el responsable ni si se dirigía específicamente contra agentes de las fuerzas del orden.
Uno de los civiles asesinados fue Nikolai Kotelnikov, sacerdote de la ciudad de Derbent. Los atacantes también prendieron fuego a una sinagoga de la ciudad.
El portavoz del Kremlin dijo que el presidente Vladimir Putin estaba recibiendo informes periódicos sobre el atentado, pero que no tenía previsto dirigirse a la nación al respecto. El portavoz, Dmitri Peskov, declinó hacer comentarios sobre los motivos de los atacantes.
Fotograma de un video difundido el lunes por el canal de Telegram del líder de Daguestán sobre una sinagoga dañada en Derbent. Credit…Canal de Telegram del líder de la República Rusa de Daguestán,vía Associated Press
Sin la orientación pública del Kremlin, muchos comentaristas a favor del gobierno intentaron el lunes presentar el ataque de Daguestán como parte de un enfrentamiento solitario más amplio de Rusia contra las fuerzas vagas y oscuras de un mundo hostil. Esta narrativa de victimismo nacional es cada vez más frecuente en la Rusia de Putin desde la invasión de Ucrania.
Sin embargo, el historial de violencia extremista en Daguestán y en la región rusa del Cáucaso septentrional hace más difícil para las autoridades culpar de los atentados del domingo a un enemigo externo impreciso y unificado, según Aleksandr Baunov, analista político del Carnegie Russia Eurasia Center, un grupo de investigación con sede en Berlín.
“Lo que estamos viendo es el último episodio de pérdida de control por parte del régimen ruso en los lugares más diversos, lugares que a menudo son inesperados para el propio gobierno”, escribió Baunov el lunes en la aplicación de mensajería Telegram.
El recrudecimiento de la violencia extremista en Rusia en los últimos meses ha hecho mella en uno de los principales legados de los 25 años de gobierno de Putin: la brutal pacificación de la conflictiva región del Cáucaso septentrional, que aportó seguridad a las ciudades rusas a costa de dar más poder a los hombres fuertes locales y aplastar los derechos humanos.
En marzo, cuatro hombres armados mataron a 145 personas en una sala de conciertos cerca de Moscú en un atentado reivindicado por el Estado Islámico. Fue el ataque terrorista con más muertes en Rusia en más de una década. Estados Unidos había advertido a Moscú del atentado con bastante antelación.
En Daguestán, el pasado octubre, una turba, aparentemente en busca de pasajeros judíos, asaltó un avión procedente de Tel Aviv.
A principios de este mes, varios hombres detenidos por cargos de terrorismo protagonizaron un breve motín en una prisión de la ciudad de Rostov del Don, en el sur de Rusia. Los amotinados tomaron como rehenes a guardias locales y aseguraron su afiliación al Estado Islámico en vídeos —no verificados de forma independiente— que se publicaron en las redes sociales desde teléfonos móviles de contrabando. Fueron abatidos por fuerzas especiales rusas que asaltaron la prisión horas después.
Según Tanya Lokshina, directora asociada para Europa y Asia Central de Human Rights Watch, que lleva más de 20 años trabajando en Daguestán, el atentado del domingo fue un “fracaso flagrante de los servicios de seguridad”, que han estado demasiado distraídos por la guerra en Ucrania.
En una entrevista telefónica, Lokshina dijo que el omnipresente aparato de seguridad de Daguestán es “incapaz de controlar la situación ahora”, porque sus recursos y la atención de Moscú están centrados en otra parte.
Las autoridades rusas trataron de enmascarar los fallos de inteligencia en torno al atentado de la sala de conciertos de Moscú culpando de este a Occidente y Ucrania, sin aportar pruebas. Y las primeras declaraciones de las autoridades tras el atentado del domingo daban a entender que el gobierno podría adoptar una táctica similar en Daguestán.
“Entendemos quién está detrás de estos actos de terror”, dijo Sergei Melikov, máximo responsable de Daguestán, en un discurso dirigido a sus residentes. Hizo una comparación entre las víctimas del asalto y los soldados rusos que luchan en Ucrania, diciendo que se enfrentaban al mismo enemigo.
“Tenemos que entender que la guerra entra en nuestra casa”, añadió Melikov.
Peskov, portavoz del Kremlin, en su rueda de prensa diaria del lunes pareció establecer una conexión entre la violencia de Daguestán y otro ataque perpetrado por Ucrania el domingo en la Crimea ocupada.
Las autoridades locales declararon un periodo de luto de tres días en Daguestán, una región multirreligiosa y étnicamente diversa, y dijeron que las familias de las víctimas recibirían una compensación especial.
Los aproximadamente 3,2 millones de habitantes de Daguestán se reparten entre decenas de grupos étnicos. Los grupos más numerosos son predominantemente musulmanes, pero la región también alberga una importante minoría cristiana, así como una pequeña comunidad judía, una de las más antiguas de Rusia.
Daguestán vivió un periodo de intensa violencia a principios de la década de 2000, como consecuencia de la insurgencia antirrusa en la cercana región de Chechenia y de las guerras de las mafias locales. El espectro de ese periodo, en el que los atentados mortales contra las fuerzas del orden eran casi cotidianos en Daguestán, llevó al Kremlin a tranquilizar al país asegurando que el atentado del domingo era una tragedia aislada.
“La Rusia de hoy es muy diferente”, dijo Peskov en la sesión informativa del lunes. “La sociedad está mucho más consolidada”.
El Comité Antiterrorista de Rusia, un organismo que coordina la lucha contra el terrorismo en el país, dijo en un comunicado que dos atacantes habían muerto en Derbent y tres más en Majachkalá. Las fuerzas del orden están buscando cómplices.
Los investigadores no revelaron sus identidades.
Pero los medios de comunicación estatales rusos y los propagandistas del Kremlin dijeron que entre los atacantes había familiares de un funcionario local y un miembro de un destacado club de artes marciales, un deporte importante en Daguestán.
La agencia también publicó un video en el que se veían vehículos quemados, armas en charcos de sangre y agentes de los servicios de seguridad fuertemente armados persiguiendo a los aparentes autores dentro de una iglesia ortodoxa. El video no pudo ser verificado de forma independiente.
Melikov dijo que continuaría la persecución en la república hasta que se capturara a “todos los miembros de las células durmientes extremistas” que “sin duda fueron preparadas también desde el extranjero”.