Porto Alegre. El sur de Brasil es un escenario de guerra, con ciudades enteras que se hallan bajo el agua y miles de personas incomunicadas en la peor catástrofe climática de la región que hasta ayer había dejado 78 muertos, 150 desaparecidos y más de 135 mil evacuados, informaron las autoridades.
Desde las calles anegadas o el aire las imágenes son desoladoras: casas a las que apenas se les ven los techos, gente que perdió todo, mientras el centro de la moderna Porto Alegre, la capital del estado de Río Grande del Sur, está completamente inundado.
Miles de personas, entre militares, bomberos y voluntarios, trabajan en el rescate de pobladores que quedaron aislados, en muchos casos sin suministros básicos como agua, comida o energía eléctrica, al igual que en la búsqueda de 150 personas desaparecidas.
Es un escenario de guerra y deberá tener un tratamiento también de posguerra, expresó el gobernador del estado, Eduardo Leite, junto al presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.
El mandatario viajó ayer al estado sureño por segunda vez esta semana para coordinar acciones con el fin de mitigar una tragedia que no para de crecer.
El gobierno federal agilizará la entrega de todos los recursos necesarios para la reconstrucción, prometió Lula al día siguiente de que Leite pidiera un plan Marshall para el estado, que cuenta con 11 millones de habitantes.
Para eso, declaró el estado de calamidad pública en 265 localidades, lo que desbloqueará la transferencia directa de fondos para la ayuda. Los llamados a donaciones en las 341 ciudades afectadas se multiplican, así como las acciones de solidaridad.
Eduardo Bittencourt, un comerciante de 36 años, explicó en Porto Alegre cómo se organizó con un grupo de voluntarios para rescatar a personas atrapadas en sus casas con vehículos tipo pick-up. Las cosas están muy complicadas, estamos ayudando a quienes podemos, pero es la ley de la naturaleza.
Efectivos del ejército se afanan en instalar hospitales de campaña porque cientos de pacientes debieron ser desalojados de los centros de atención médica. Desde escuelas hasta cárceles, todo tipo de infraestructura se vio afectada.
El suministro de agua está interrumpido en 70 por ciento de Porto Alegre –de casi 1.4 millones de habitantes– y su región metropolitana, donde hay localidades enteras sumergidas, como Canoas, Guaíba y Eldorado.
En las calles de Guaíba, que están convertidas en ríos, cientos de lanchas, botes inflables y motos acuáticas van y vienen sin pausa rescatando pobladores encerrados, mojados y sin energía eléctrica. Y las aguas avanzan incontenibles hacia la metrópoli.
Según la alcaldía, el nivel del río Guaíba, enclavado en la ciudad, marcaba 5.30 metros por encima del récord de 4.76 metros registrado durante unas históricas inundaciones en 1941.
En kayak y a nado
Rosana Custodio, una enfermera de 37 años, logró dejar su casa en Porto Alegre el pasado jueves y llegar con su familia a la de su suegra. Mi esposo puso a mis dos pequeñas en un kayak y remó con una (caña) tacuara. Yo y mi hijo nadamos hasta el final de la calle y comenzamos a caminar con el agua al cuello.
Pero el viernes la historia volvió a repetirse. Fuimos rescatados por una lancha de amigos. Desde entonces se encuentra con su familia en un refugio. ”Perdimos todo lo que teníamos”.
Como ella, más de 18 mil personas fueron alojadas en refugios.
La excepcional situación tiene a Porto Alegre prácticamente sitiada.
La Policía de Carreteras señaló que la llegada desde el sur está cortada a unos 15 kilómetros de distancia, mientras por el norte aún se logra acceder a la urbe.
El aeropuerto internacional de Porto Alegre, cuya pista está bajo el agua, está cerrado por tiempo indeterminado.
El Niño y cambio climático, coctel desastroso
Desde el Vaticano, el papa Francisco envió un mensaje de aliento a la población de Río Grande del Sur.
El Señor tiene en su corazón a los difuntos, conforta a los familiares y a quienes debieron dejar sus casas, lamentó frente a la plaza San Pedro.
Es el coctel desastroso del cambio climático y el fenómeno meteorológico de El Niño que favoreció las lluvias devastadoras en el sur de Brasil y otros eventos extremos, advirtió por su parte el climatólogo brasileño Francisco Eliseu Aquino.
Porto Alegre es una ciudad fundada por inmigrantes portugueses en 1772 y que se ubica en medio de una enorme cuenca hidrográfica, con ríos y lagunas; se desarrolló al influjo de su bahía, que fue clave para el crecimiento de Brasil, reseña en su página web la Corporación Andina de Fomento. Hoy, esa bendición se convirtió en desgracia con miles de afectados.
El gobierno de Río Grande del Sur alertó del peligro de más deslizamientos o desmoronamientos de carreteras que ya han dejado innumerables rutas cortadas en todo el estado, así como en el vecino estado norteño de Santa Catarina.