Ciudad de México. El artista y editor Damián Ortega sostuvo que su creación se llena de contenidos por la potencia que hay en la calle, en la plaza y el mercado, y adquiere otra dimensión y riqueza por el sitio donde ahora está expuesta: el Palacio de Bellas Artes, recinto que exhibe por primera vez su obra.
Abierta al público desde hoy, la muestra retrospectiva Damián Ortega: Pico y elote es un recorrido por tres décadas de trabajo, que incluye piezas emblemáticas imbuidas de crítica y reinterpretación de elementos de la producción y la tradición cultural mexicana.
La muestra reúne 82 creaciones de Ortega (Ciudad de México, 1967), como las muy conocidas Controlador del universo (2007) y Objeto cósmico (2002), así como algunas no vistas en la Ciudad de México. Anteriormente fue presentada en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey.
El artista conocido a escala internacional dijo a La Jornada que tenía la ilusión de mostrar su trabajo en el histórico y relevante Palacio de Bellas Artes. Remarcó que cuando la creación sale a lo público en un museo es donde realmente toma vida real y política, donde hay lecturas, interpretaciones y una experiencia de llegar ahí. Todo eso le da vitalidad y credibilidad.
Hoy a las 18 horas, Damián Ortega y el curador de la muestra, José Esparza Chong Cuy, tendrán una conversación en el recinto. El próximo 13 de mayo, a las 21 horas, el artista encabezará un recorrido virtual de la exposición, transmitido a través de las cuentas de Facebook y YouTube del Museo del Palacio de Bellas Artes.
Ortega destacó que algunas de sus creaciones toman un nuevo impulso al llegar al museo, “obviamente el Volkswagen (Objeto cósmico), el auto realmente familiar, popular e histórico de la Ciudad de México. Exponerlo es muy emocionante. Sin duda, en el contexto de los murales es doblemente loco.
“También sucede con Controlador del universo, además de la muy linda relación con los murales de Diego Rivera y al ubicarse dentro de este centro magnético donde el espectador tiene la capacidad de transformación. Hay muchas piezas. Pienso en la exposición del constructivismo ruso que se presentó en este espacio y me encanta ver aquí ahora los uniformes del Cruz Azul como una gran utopía de la cooperativa mexicana.”
El creador dijo que se interesó en el sentido público y político del muralismo desde su incursión en la caricatura, que recupera ambos componentes porque llega al espacio común, aunque sea impreso. Ahí está la labor crítica e histórica de cómo se van a reinterpretando los movimientos o las artes. Siempre he admirado a los muralistas y también han sido mi objeto de estudio.
El lenguaje de las herramientas
El artista, que en el inicio de su carrera fue caricaturista político, explicó que los materiales con los que ha trabajado, desde el barro, artefactos laborales, el maíz y otros alimentos son la mitad de la pieza y donde hay un significado. Ahí empieza la obra y se gestan las ideas, aún simplemente como materia. Las herramientas son también un lenguaje. Cuando empiezas a jugar con ellas comienzan a salir las ideas y la obra.
El curador José Esparza Chong Cuy comentó a este diario los materiales que Ortega ha empleado. “En la serie Máscaras, que inició Damián Ortega durante el encierro por la pandemia, usó utensilios domésticos, desde la rama de un árbol o el cascarón de un huevo hasta una botella de cerveza, o incluso tortillas. El maíz ha sido un material recurrente en su práctica. Ortega transforma estos elementos para darles un valor simbólico distinto al que ya tienen.
“Damián se rige por una curiosidad que le da pie para tratar de entender lo básico de un objeto, que transforma y desarma tantas veces como considere necesario, y que vuelve a armar, ya sea el producto o la idea, que muta en una cosa distinta a la que era. Por ejemplo, en Pico cansado, una herramienta de construcción inerte cobra vida.”
El director ejecutivo y comisario jefe del Storefront for Art and Architecture, en Nueva York, mencionó que “el pico y el elote, que le dan título a la exposición, son dos piezas llaves para leer el universo de intereses de Damián Ortega, pero también 120 jornadas, en la que el autor se va apropiando de 120 coca-colas hechas en cerámica que dejan de ser ese recipiente que utiliza una empresa neocapitalista para convertirse en algo barroco”.
Esparza concluyó que la muestra “es muy generosa porque todos los espectadores pueden relacionarse con las imágenes que generan sus piezas, desde una instalación como la de Cosecha, de varillas de construcción, con la cual la gente podrá ver de manera muy sencilla las sombras del abecedario y cada quien podrá realizar su lectura”.
La exposición Damián Ortega: Pico y elote se exhibe en el Museo del Palacio de Bellas Artes (Av. Juarez s/n, Centro Histórico).