Ciudad de México. Estados Unidos no presentó ningún estudio científico que demuestre que es seguro comer grandes cantidades de maíz transgénico expuesto al glifosato durante toda la vida de una persona, señaló el gobierno mexicano en una respuesta formal ante la secretaría del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) respecto a la disputa que ambos países sostienen en torno a la prohibición de maíz genéticamente modificado para consumo humano.
En un documento de casi 200 hojas, México argumenta que el proceso regulatorio estadunidense no es lo suficientemente estricto para garantizar que los productos sean seguros para que los mexicanos los ingieran en grandes cantidades, hecho fundamental al tomar en cuenta que nuestro país consume 10 veces más maíz al año que la población estadunidense.
Destacó que mientras en EU se consumen en promedio 12.4 kilogramos por persona al año, en México son 123.4 kilogramos. Es el principal alimento del país.
En cuanto a la salud pública, México señala ante el panel que el maíz transgénico, especialmente el Bt (un tipo de grano genéticamente modificado), diseñado para matar plagas de insectos, puede tener impactos adversos en animales no objetivo, es decir, también daña a otros seres vivos.
En este sentido, continúa el texto del gobierno mexicano, presentado hace unos días, se ha demostrado que los mamíferos sufren daños en sus sistemas digestivos debido a un transgénico que mata a sus objetivos atacando sus entrañas.
La defensa mexicana también hace énfasis en que se ha demostrado que las tortillas mexicanas están contaminadas con maíz transgénico y glifosato, este último en residuos de tratamientos de maíz transgénico diseñado para tolerar el herbicida Roundup, al tiempo que señaló que incluso exposiciones de bajo nivel pueden tener impactos negativos en la salud a largo plazo.
Por primera vez desde que comenzó el proceso, México presentó su defensa, y es impresionante y llena de evidencias científicas, destacó Timothy A. Wise, asesor principal del Instituto de Agricultura y Política Comercial (IATP, por sus siglas en inglés).
El especialista enfatizó que desde que México anunció por primera vez sus intenciones de limitar el maíz transgénico y el glifosato en su cadena de masa-tortillas, el gobierno de EU ha afirmado que las políticas de México no se basan en la ciencia, lo cual, indicó queda refutado con esta nueva respuesta, dado que entre sus casi 200 páginas presenta y cita cientos de estudios académicos que comprueben los motivos de preocupación.
Entre múltiples argumentos y estudios citados a lo largo de la extensa respuesta, el gobierno mexicano destaca que en casi 30 años de la existencia de organismos genéticamente modificados, a nivel comercial, contrariamente a lo que EU pueda inferir, no existe una preferencia generalizada o global por ese tipo de cultivos, e incluso, al menos 40 países, para proteger la salud y el medio ambiente, han establecido restricciones expresas, totales, parciales o temporales.
Asimismo, el gobierno mexicano asegura que durante esas tres décadas, según la literatura científica, no hay ninguna evidencia o consenso sobre la seguridad del consumo de cultivos transgénicos, particularmente el maíz transgénico y sobre la seguridad del glifosato. Sin embargo, lo que sí hay, son estudios, libres de conflictos de intereses, que apuntan al hecho de que el consumo de organismo genéticamente modificados, particularmente maíz transgénico, y la exposición al glifosato, resultan en efectos perniciosos sobre los animales, así como impactos sobre la salud humana y el medio ambiente.
Tras esta respuesta de México se espera que el proceso de arbitraje formal arroje un veredicto preliminar en septiembre y uno final en noviembre.