Aunque muchas personas asocian el Alzheimer a un proceso de envejecimiento, hoy día se sabe que es una enfermedad relacionada con los hábitos alimenticios y el estilo de vida. Si uno tiene una mala alimentación, con azúcares, harinas procesadas y grasas, es muy probable que tengamos signos de obesidad, diabetes y desarrollar el riesgo de neurodegeneración, mientras una dieta rica en vegetales, pescados y semillas protege de demencia, afirmó Claudia Pérez Cruz, del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional.
Desde 2016, cada día se realizan más investigaciones como las de Pérez Cruz, doctora en neurociencias, que analizan el efecto de la dieta en la microbiota intestinal y de ésta en los males neurodegenerativos.
Entrevistada por La Jornada, recordó que en el cuerpo humano conviven bacterias a las cuales damos cobijo y nutrientes, y ellas a su vez liberan sustancias benévolas para la salud, pero también hay patógenas que liberan sustancias dañinas, además de que la presencia de esas bacterias en el organismo se rige en función de los alimentos que se consumen.
En los estudios en los que se exploró la relación entre la microbiota y las enfermedades neurodegenerativas, realizados hace casi una década, se recabó información en torno a que las personas que padecían Alzheimer tenían una microbiota con más bacterias proinflamatorias, es decir, patógenas, que gente de la misma edad que ellas, pero que no padecía la enfermedad.
Estos primeros hallazgos dieron pie a nuevas investigaciones en Europa, Asia, Estados Unidos, que corroboraron esos resultados: la gente tenía diferentes bacterias en el intestino cuando tenían patologías neurodegenerativas, como el Alzheimer. Después de esos trabajos, se implementaron protocolos en animales, que lo confirmaron.
La conclusión es que las bacterias, a pesar de que están en el intestino, muy lejos del cerebro, al cual se le consideraba una entidad impermeable, única, protegida, pueden tener un efecto negativo. Sí hay una relación muy importante entre las bacterias que viven en el intestino, la función cognitiva y la neurodegeneración.
Pérez Cruz agregó que este descubrimiento es vital para el trabajo que realiza en su laboratorio, ya que más allá de la descripción de esta alteración, lo interesante es ver cómo puede ser útil para revertir o moderar enfermedades como el Alzheimer, que hasta el momento no tiene cura y afecta a 55 millones de personas en el mundo.
Trabajo en diferentes protocolos
Destacó que su equipo trabaja en diferentes protocolos, a través de los cuales proporcionan dietas diferentes a animales de laboratorio (ratones transgénicos) con el fin de observar cómo se modifica la microbiota y, por tanto, cómo mejora la función cognitiva, la inflamación del cerebro, o la agregación de una proteína que se llama B-amiloide (componente relacionado con la neurodegeneración).
La clave para nosotros está en la dieta, porque ésta modifica la microbiota (ya que lo que comemos puede derivar en tener más bacterias benévolas que patógenas para el organismo) y, por tanto, se mejora la función cognitiva.
Hasta ahora, el equipo que integra Pérez Cruz ha trabajado con alimentos bioactivos completos, como nopal, soya, chía, así como ricos en fibra, como los fructanos del agave tequilero. Una conclusión preliminar es que no sólo es conveniente tener una dieta nutritiva, sino también es importante agregar alimentos con mucha fibra.
En el laboratorio del Cinvestav, Pérez Cruz trabaja en colaboración con expertos del Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán y el Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez, como Sara Aguilar, Alberto Mimenza, Alberto Vielma, Ana Luisa Sosa y Jaime García Mena, en un protocolo clínico con mujeres para ampliar la información que se tiene sobre el efecto de la dieta en la microbiota y de ésta en el Alzheimer.
Decidimos trabajar con mujeres, porque esta enfermedad es más frecuente en este sector de la población, pues dos de cada tres pacientes de Alzheimer son mujeres.
Pérez Cruz señaló que mujeres y hombres de 30 a 65 años de edad interesados en sumarse a esta investigación pueden hacerlo a través de la página: https://estroboloma.cinvestav.mx/
Se trata de un protocolo clínico abierto al público en general interesado en conocer cómo está su microbiota, sus hormonas y su función cognitiva.