Tres jóvenes autoras reconocen la poderosa voz de sus antecesoras

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El nexo entre las escritoras de varias generaciones y los cambios pendientes y necesarios en el ambiente literario son algunos asuntos que las autoras Mónica Rojas, Nadia López García y Jazmina Barrera mencionaron a La Jornada en el contexto del Día Internacional de la Mujer.

La narradora Mónica Rojas (Puebla, 1983) mencionó su admiración por Sor Juana Inés de la Cruz. Me parece esencial cómo hizo pública su voz desde el claustro. Eso pone de manifiesto el poder de la literatura y cómo puede trascender al encierro.

Sobre la maestra de lo fantástico, Amparo Dávila, dijo que no mencionarla en un día tan importante es pecado. De la estadunidense Joyce Carol Oates, sostuvo que es esencial, porque su obra versa sobre la pobreza, el abuso, la niñez, la violencia y el boxeo, temas que también me atañen.

Rojas añadió: tiene una voz sumamente poderosa. Ha puesto de manifiesto que cualquiera puede escribir de cualquier tema. No es común que se aborden asuntos como esos sin que se cuestione a la mujer que los escribe.

La autora de La niña polaca mencionó a la francesa Annie Ernaux, ganadora del Premio Nobel de Literatura 2022, en quien reconoce cómo la experiencia personal impacta en la colectividad y de qué manera da a la intimidad una dimensión política.

La novelista comentó que se tiende a “hablar de literatura escrita por mujeres, femenina o feminista. Eso parece que tiene que ver con un distanciamiento o una subalternidad a lo que es la literatura general. Nunca he visto que pongan ‘literatura escrita por hombres’. Estas trampas borran y desdibujan la lucha social que ha representado que una mujer haga literatura, porque hubo muchísimas.

Hay otras autoras que han escrito queriendo tomar distancia; eso es una decisión muy personal, pero que no se le cuestiona a los hombres. Se hace únicamente con las mujeres, pensando que todo lo que escriben tiene que ser necesariamente en femenino, cuando el campo es muchísimo más amplio y diverso. Si la escritura y la lectura son algo, son actos de plena libertad.

La embajadora de la organización Save the Children concluyó que provocaciones como esa sí podrían darnos una definición muchísimo más extensa de lo que escribimos desde el cuerpo femenino, para decirlo de manera más general, desde la experiencia femenina o de la experiencia feminista.

La poeta tu’un savi Nadia López García, en entrevista por separado, expresó su admiración por muchas creadoras, entre ellas la muy grandiosa y conocida Natalia Toledo, de las autoras más inteligentes y estéticamente más sensibles. Su poesía es muy bella y fresca.

Lamentó que, a pesar de recomendarse y leerse entre contemporáneas, el lugar en que viven les hace menos posible la comunicación. Añadió: coincidí con dos poetas muy jóvenes y hablábamos de que el círculo de letras en lenguas originarias no escapa a las violencias ni a muchas cosas contra las que luchamos las mujeres. Concordamos en que ojalá logremos ser generaciones más chidas con las que vienen.

La autora del poemario Isu ichi: El camino del venado sostuvo que frente al Día Internacional de la Mujer es bueno saber que hay mujeres indígenas organizándose y espero no sólo para este día. Ojalá nos recuerde que nos ha costado mucho trabajo hacer visible nuestra escritura y que debemos ser más cálidas y generar más lazos entre generaciones.

En tanto, la narradora Jazmina Barrera ve como ancestras elegidas en su genealogía de escritura a Josefina Vicens, Rosario Castellanos y Elena Garro, así como a mentoras, como Verónica Murguía, muy importante en mi formación de escritora y quien ha trabajado conmigo mis textos, y otras como Margo Glantz, a quienes admiro mucho, he leído y han tenido mucha influencia sobre mi obra.

En el ámbito internacional menciona su fascinación por argentinas como Tamara Kamenszain, Sylvia Molloy y Silvina Ocampo, y por exponentes de la tradición anglosajona, como Jane Austen, Angela Carter, Maggie Nelson y Anne Carson; así como las literaturas francesa e italiana, autoras chilenas y españolas. Para mí fue algo natural, porque los temas que me interesaban los habían tratado sobre todo escritoras. Así me fui construyendo mi propia genealogía.

La autora de Línea nigra y Punto de cruz refirió que “las generaciones anteriores se han ido abriendo también a un diálogo con la nuestra, que quizá llegó de pronto con un discurso que les parecía radical, disruptivo, una moda o una pose. Poco a poco está creciendo la comunicación. Hablando concretamente de feminismo, desde los años 70 del siglo pasado están las autoras que seguimos leyendo para entender la violencia de género.

Hubo generaciones de mujeres para las que era muy difícil acceder al ámbito literario, había muy pocos espacios para ellas y a veces lo más fácil para llegar era hacer a un lado a las demás. Nuestra generación ha entendido que la mejor manera de habitar ese sitio es llegando todas juntas o tratando de llegar al mayor número que podamos. Eso ha hecho que algunas escritoras de otras generaciones se acerquen y que se extiendan esos diálogos, concluyó Jazmina Barrera.

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