Por Aleyda Gutiérrez Guerrero
De niña, se asomaba por el cristal tratando de descifrar un enigma: ¿quiénes eran y qué hacían esas personas con bata blanca en aquella habitación apartada del hospital?
Décadas después, destaca la importante labor que realizan los Químicos Biólogos Clínicos en el área de la salud y en el diagnóstico de enfermedades.
Adriana Garibay Escobar, profesora investigadora del Departamento de Ciencias Químico Biológicas de la Universidad de Sonora desde hace más de 35 años, señala que esta profesión, a la que decidió dedicar su vida, le ha dado muchas satisfacciones y considera que aún tiene mucho que aportar.
Con una gran trayectoria profesional dentro y fuera de nuestra casa de estudios, amplia producción científica y gran número de alumnos a quienes ha ayudado a llevar a término sus tesis de licenciatura y posgrado, la académica se describe a sí misma con breves, pero muy significativas palabras: “Soy una mujer feliz, viva, que como todas las personas en el mundo ha tenido altibajos y a quien le gusta mucho aprender, soy una aprendiz de todo lo que se pueda”.
La Doctora en Ciencias en Inmunología y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel II, en el área de Medicina y Ciencias de la salud, tiene como intereses principales el estudio de inmunobiología, diagnóstico y tratamiento de enfermedades infecciosas y crónico-degenerativas.
Una gran casa
Adriana Garibay platica que, desde que inició con la educación básica, siempre sintió mucha atracción por todo lo referente a las Ciencias de la Salud y decidió que sería Química Bióloga Clínica, profesión que ejerció durante cinco años fuera de la Unison; posteriormente, se integró a la alma mater sonorense.
“Yo llegué a la Universidad de Sonora como profesora de asignatura en 1987, empecé con las clases de Físico química, y cuando vi todas las bondades de esta institución decidí quedarme aquí; de hecho, yo estaba laborando en aquel tiempo en el Colegio de Bachilleres y también en la Secretaría de Salud, ambos lugares para mí fueron extraordinarios, muy formativos, pero sin duda la Universidad me ha brindado realmente todo lo que he necesitado, mucha felicidad, estoy muy contenta y satisfecha de haber estado aquí durante todos estos años.
“Ha sido mi casa durante más de 35 años, porque he estado de tiempo completo, amo a la Universidad, amo a mis compañeros, aquí me he desarrollado, he tenido un crecimiento en todos los aspectos de mi vida. Llegar en este momento, a esta etapa de mi vida, viva y en la Universidad de Sonora realmente es un privilegio”, destaca.
Una de las grandes satisfacciones que tiene en su trayectoria académica y profesional, indica, es haber tenido la oportunidad, con el apoyo de la Universidad de Sonora, de realizar sus estudios de posgrado en el Instituto Politécnico Nacional (IPN), en la Ciudad de México, donde conoció gente muy importante a nivel internacional, investigadores, y además hizo grandes amistades, y continúan las colaboraciones.
En su honor
La Muestra Estudiantil del Departamento de Ciencias Químico Biológicas, en su edición 40, lleva el nombre de la académica Adriana Garibay Escobar, por su contribución en la docencia, la investigación y en la propia muestra.
La homenajeada describe éste como un evento muy importante de vinculación de la Universidad de Sonora, pero también de gran relevancia para la formación de los estudiantes, porque pueden presentar los trabajos que realizan.
“Es un evento muy bonito, porque no solamente muestran lo que están haciendo a otros estudiantes de licenciatura o de posgrado, sino que muchas veces recibimos a los padres de familia, y nos da gusto ver cómo apoyan a los muchachos. También es un evento muy formativo al que acuden jóvenes de preparatoria; de hecho, hemos recibido muchos estudiantes que han venido a la muestra, quienes después se inscriben como alumnos de las carreras del departamento: Químico Biólogo Clínico, Químico en Alimentos, Ciencias Nutricionales y más recientemente la carrera de Químico y también tenemos un par de posgrados con bastante nivel académico”, dice.
El hecho de que la edición del 2023 brinde un homenaje a su labor es para ella un orgullo muy grande y exclama que se siente muy contenta.Vista previa de imagen
“Yo quisiera hacer saber a todos mis compañeros del departamento que en el momento que vean mi nombre en la convocatoria, se vean todos reflejados, y en especial los de la Academia de Análisis Clínicos, que es mi Academia y que tanto quiero”, declara.
Adriana Garibay durante bastantes años ha asesorado a estudiantes para que participen en la muestra, sobre todo sus tesistas de licenciatura y posgrado, quienes presentan los resultados que van obteniendo durante su investigación. Señala orgullosa que algunos de ellos han ganado el reconocimiento por parte del departamento, por la calidad de sus trabajos.
“Me gusta este evento, es muy formativo, los muchachos tienen un crecimiento exponencial con la presentación de sus trabajos, y yo, como profesora de ellos, también me siento muy contenta, muy orgullosa de que tengan esa oportunidad de poder brindar a la sociedad conocimiento”.
Al preguntarle qué representa para ella la docencia, indica que se siente contenta de ser profesora, al igual que por ser investigadora, pues el trabajo de la investigación dirigido a la formación de estudiantes de nivel licenciatura, maestría o doctorado permite hacer una fuerte vinculación con ellos.
“Estamos encargados de guiarlos por ese camino que a veces es difícil, porque es investigación, no es algo fácil, cada día hay experimentos nuevos, cada día hay que replicar los experimentos, los resultados, los chicos no conocen muchas veces y hay que explicarles, motivarles para entrar en esa odisea, en esa aventura que es la investigación, y eso van y lo presentan a la muestra estudiantil”, expresa.
El enigma de la bata blanca
La Química Bióloga Clínica platica cómo se interesó en las ciencias de la salud y específicamente en su disciplina.
“De chiquilla me encantaba asomarme al laboratorio en el hospital del Issste, me interesaba ver quiénes eran esas personas encerradas con una bata blanca, para mí fue un enigma y siempre quise resolverlo; después me di cuenta que eran químicos biólogos, y dije yo quiero ser química bióloga, porque está relacionado con la salud directamente”.
En 1978 entró como estudiante a la Universidad de Sonora y se tituló en 1984. Posteriormente regresó, estuvo tres años como profesora de asignatura, otros años más como técnico académico y después obtuvo su plaza como maestra de tiempo completo.
En 1994 obtuvo su grado de maestría, y en 2002 el doctorado, ambos por el IPN. Cabe señalar que como parte de sus estudios de posgrado tuvo oportunidad de hacer una estancia de investigación en Londres, Reino Unido, en el año 2001; y ese mismo año, también estuvo en una estancia de investigación en el Hospital Universitario de Leiden, en Países Bajos.
En su recorrido profesional ha tenido modelos a seguir; primero que nada, fue su tía Ana María Esther Garibay, quien se desempeñó como hematóloga, y aún conserva algunos libros que ella le regaló; después, fueron sus profesores de biología y en su paso por la Unison y el IPN revela que también tuvo excelentes maestros, muy respetables y un ejemplo para ella.
Menciona como mentores al doctor Santos Argumedo, la doctora Iris Estrada, entre otros; además de sus padres. Con el ejemplo de todos ellos, reconoce, ha logrado su formación no solamente académica sino como ser humano.
Destaca orgullosa la gran importancia que tiene el Químico Biólogo Clínico en el ámbito de la salud. “Ya no queremos acordarnos de la pandemia, pero sabemos el trabajo tan intenso al que se sometieron, estuvieron trabajando intensamente para generar datos de diagnóstico, claro, junto con todo el gremio de la salud, pero muchas veces el papel del químico no lo vemos, porque están casi siempre encerrados en un laboratorio y es una personalidad que no se observa tanto dentro de los hospitales.
“Nunca perdamos de vista que el papel del Químico Biólogo Clínico es muy importante en el diagnóstico de las enfermedades, somos quienes damos el dato duro del diagnóstico. Son muy importantes ustedes jóvenes estudiantes de esta disciplina, así como los Químicos en Alimentos y Químicos en general, van a estar involucrados en procesos, en procedimientos, muy relevantes”.
Dentro de la investigación, Adriana Garibay se ha dedicado al estudio de una enfermedad milenaria: la tuberculosis, y declara que desde que inició su ejercicio profesional en la Secretaría de Salud siempre fue una inquietud personal.
“Yo veía a los pacientes que llegaban a atenderse y cómo las enfermeras los apoyaban, los ayudaban a mejorar en su salud, entonces yo también quería poner algo de mi parte para coadyuvar en la resolución, porque es un problema de salud mundial, se estima que un tercio de la población está infectada por Mycobacterium tuberculosis, que es el patógeno que causa la tuberculosis.
“Mi idea es aportar en el campo de la investigación, dirigida al diagnóstico, tratamiento y a la profilaxis, en esos tres aspectos estamos trabajando para poder contribuir en la solución de este problema mundial”, destaca.
Garibay Escobar reconoce que uno de los principales retos de hacer investigación es la consecución del recurso económico, pues no está muy disponible; pero en su caso, menciona, ha sido afortunada porque ha logrado obtener tres recursos de Conhacyt, de un monto considerable, con lo que ha podido equipar el laboratorio y también, a través de otros proyectos de la misma Universidad, ha podido conseguir otros recursos.
“Los alumnos siempre están deseosos de realizar trabajo de investigación y nosotros hacemos un esfuerzo grande por conseguir el recurso, se tiene que concursar por él, no llega directamente; entonces hemos estado concursando en repetidas ocasiones y lo hemos logrado a través de las convocatorias de programas nacionales, de la convocatoria de ciencias básica y de frontera, y también la convocatoria del sector salud”, resalta.
Grandes contribuciones
Con su investigación, Adriana Garibay ha realizado contribuciones importantes, una de las que destacan es haber logrado identificar y caracterizar químicamente algunos compuestos que tienen una actividad farmacológica contra la micobacteria, y otro logro que resalta es trabajar con las etnias del estado, principalmente la etnia mayo.
“Ellos nos apoyaron, tuvieron esa sensibilidad de compartir su conocimiento tradicional y de ahí nosotros partimos, para con el método científico, iniciar en la búsqueda de estos compuestos. Tenemos varias publicaciones, pero la que yo considero más bonita, de una aportación muy importante es esa donde damos a conocer al médico de la etnia mayo.
“Cuando tienes una formación académica, sin menospreciar, tendemos a no darle la importancia a toda esta parte de conocimiento empírico que viene de milenios, que no es de ayer ni de antier, entonces para nosotros fue una experiencia muy bonita que la gente respondiera así, apoyándonos, brindándonos su conocimiento, se me hace muy triste cuando la gente no quiere compartir”, indica.
La producción científica de Garibay Escobar se puede encontrar en varias plataformas, también durante un tiempo hizo divulgación a través de pequeñas cápsulas de salud, en Televisa, en programas de radio, y con frecuencia es invitada al programa A tiempo con la Ciencia, emisión que se transmite por Radio Universidad y que está a cargo del Departamento de Ciencias Químico Biológicas.
Señala que ha llevado cursos de divulgación científica y se percató que hacer esto es toda una carrera, lamenta que a los científicos no los forman para hacer divulgación, algo que considera muy relevante, porque no sólo es necesario investigar o producir conocimiento nuevo, sino que se necesita saber comunicarlo de la mejor manera, porque es un derecho de la población, no solamente la educación sino la educación en ciencia.
Las ideas revoloteando
Adriana reconoce que con los años que tiene laborando en la institución ya podría jubilarse, pero admite que es muy inquieta, y que, aunque es un proceso que tarde o temprano lo llevará a cabo, aún hay muchas ideas en su cabeza.
“Creo que a los investigadores cada día nos sigue funcionando más el cerebro, siguen surgiendo ideas, inquietudes, tal vez eso es la razón por la cual de repente la pensamos mucho para irnos, pero pues tiene que llegar el momento. Pienso que cuando se llegue el momento de retirarme, podría seguir contribuyendo con mis compañeros, con mis colegas, porque hasta ahorita las ideas que hemos ido investigando han dado frutos.
“Pero también está la parte personal, la del nuevo aprendizaje, me están gustando mucho todos los aspectos relacionados con la química del cerebro y el comportamiento, estoy estudiando algo de eso, estoy leyendo mucho y me gustaría seguir haciendo algo, sobre todo dirigido a apoyar a la gente, en particular a la que tiene problemas de salud, no solamente en el área de la tuberculosis”, revela.
De Sonora, de México y del mundo
La académica nació el 27 de diciembre de 1949, es hija de Luis Octavio Garibay Martínez y Yolanda Escobar Aguirre.
Su familia vivía en Oaxaca cuando ella llegó al mundo, pues su padre, quien fue ingeniero civil con un posgrado en ingeniería sanitaria, trabajaba en ese entonces para la Secretaría de Salud haciendo pozos de agua en aquel estado; posteriormente, vino a Hermosillo a realizar la misma labor, le gustó la ciudad del sol y la convirtió en su lugar de residencia.
Como Adriana Garibay llegó desde muy pequeña a Sonora, se considera sonorense; mejor dicho, mexicana, dice, porque conoce mucho México y resalta que la cultura del país es maravillosa.
Reconoce que es una viajera incansable y que aprovecha siempre que tiene momentos propicios para viajar; ha tenido la fortuna de visitar varios lugares y en este momento le interesa conocer las tradiciones, por ello está haciendo turismo cultural.
Entre las cosas pendientes por hacer, señala que tiene muchas ganas de conocer la Patagonia, y menciona este como su nuevo sueño, porque ya se le cumplió el que tenía de ir a las pirámides de Egipto.
También menciona que le gusta salir y estar en contacto con la naturaleza, por ello, se ve en algún momento haciendo apicultura.
Una mujer resiliente
Admite que tiene un carácter fuerte, que se sabe defender como persona y le gusta defender sus derechos y los de los demás, así como su programa académico.
Indica que a lo largo de su vida ha pasado por distintas situaciones que le han servido para formar su carácter y apreciar lo que tiene, en especial estar viva, pues es sobreviviente de cáncer de mama.
Comparte que esta enfermedad se la detectaron en el año 1995 y que lo más duro de todo el proceso fue recibir la noticia, pero que afrontó el cáncer con mucha fe.
“El impacto es muy fuerte, ya que procesas la noticia empiezas a definir qué pasos a va s a seguir. Vas madurando la idea, vas aceptando y eso ayuda a formar el carácter. Y aquí estoy, a pesar de que me dijeron que no iba a llegar a los 40 años y ya estoy por cumplir 64 años.
“Esto te hace resiliente, si logras sobrevivir a algo así es porque ya traes un grado de resiliencia y eso se va fortaleciendo, pues no son fáciles los tratamientos, el proceso no es fácil; tampoco es cosa del otro mundo, pero sí hay que entrarle con fe. Tal vez mi formación científica me ayudó, mi formación espiritual también.
“Hay gente con muchas diferentes patologías que está sufriendo, hay que apoyarlos de alguna manera, una actividad que yo hago es visitar enfermos, me gusta ayudarlos, porque en su momento yo tuve un problema y a mí lo que me ayudó mucho a salir de esa complicación de salud fue el amor que recibí de mi gente, de mis compañeros, de mi familia, de mis amigos. Creo que es una parte importante que puedo seguir haciendo con más frecuencia una vez que egrese del ejercicio profesional”, dice.
Apoyo que rindió frutos
Y contrario a los momentos tristes están sus grandes alegrías, entre ellas menciona el compartir buenos momentos con sus seres queridos, así como el ver que sus alumnos tienen logros y se entera del éxito de quienes fueron sus estudiantes.
La homenajeada de la Muestra Estudiantil del Departamento de Ciencias Químico Biológicas dice que comparte este reconocimiento con sus más allegados.
“Con mi mamá comparto mis logros, así como con mi hermana Yolanda, a quien quiero mucho; también con mis hermanos Sergio, Carlos, Luis, y mis sobrinos. Ahorita nada más tengo a mi madre como progenitora, mi padre falleció, hubiera sido muy bonito haber compartido esto con mi padre, porque él era una persona que le gustaba que nos superáramos, jamás tuvo ningún problema en que sus hijas mujeres estudiáramos”, destaca.
Menciona la muerte de su padre como otro de los momentos más difíciles de su vida, en especial porque ella se encontraba lejos y en la etapa final de su doctorado.
Pero de seguro don Luis Octavio está atento a este reconocimiento desde otro plano, y se da cuenta de que el apoyo en la formación profesional de su hija rindió frutos, y que así como él, muchas otras personas celebran los éxitos y el aporte a la academia y a la ciencia de Adriana Garibay Escobar.